miércoles, 18 de mayo de 2011

Mírate.

Mírate, no eres peor que este o mejor que el otro. Eres diferente y eso es lo que te hace único. 
Da igual que no hagas todo bien, o que no tengas unos ojos azules, ni una cara perfecta... Convierte en virtud los defectos y disfruta de tu vida, de tu cuerpo, disfruta contigo mismo y después ya podrás disfrutar con los que tienes alrededor, lo más difícil es quererse a uno mismo. Has visto muchas películas, no todo es como aquello que ves, no todo el mundo vive en una mansión y finge día y noche que está estupendamente. No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita y si tú, gigante, te vales contigo mismo solamente tienes que disfrutar de la vida. 
Aún cuando no puedas más... No te refugies en el dolor del otro, no mires si el que tienes al lado está peor que tú, no siempre el refugio es mamá. Mírate, corrige, actúa y vive. Es tu tiempo.

domingo, 8 de mayo de 2011

Ya no sé si el mundo está al revés o soy yo el que está cabeza abajo.

  Había una vez un huerto lleno de hortalizas, árboles frutales y toda clase de plantas.
Daba gusto sentarse a la sombra de cualquier árbol a contemplar todo aquel verdor y frescura, y disfrutar escuchando el canto de los pájaros.
Pero de pronto, un buen día, empezaron a nacer unas cebollas especiales. Cada una tenía un color diferente: rojo, amarillo, azul, verde,…
Después de grandes investigaciones lograron descubrir que cada cebolla tenía dentro, en el mismo corazón, una piedra preciosa. Una tenía una esmeralda, la otra un rubí, la otra un topacio, la de más allá un diamante… ¡Una verdadera maravilla!
Pero, por alguna razón incomprensible, aquello se vio como algo peligroso, intolerable, inadecuado y hasta vergonzoso. Total que las bellísimas cebollas tuvieron que empezar a esconder su piedra preciosa e íntima. Pusieron capas y más capas para cubrirla, para disimular cómo eran por dentro.
Algunas cebollas llegaron a tener tantas capas que ya no se acordaban de lo hermoso que ocultaban debajo.
Poco a poco fueron convirtiéndose en unas cebollas comunes, como las que conocemos ahora, sin ese encanto especial que tenían.
Un día pasó por allí un niño al que le gustaba sentarse a la sombra del huerto. Pasaba tanto tiempo en él que llegó a entender el leguaje de las cebollas y a dialogar con ellas, y descubrió lo que había en lo profundo de sus corazones.
Comenzó a preguntarle a cada una:
-¿Por qué no eres como eres por dentro?
Y ellas le iban respondiendo:
- Me obligaron a ser así… – Me fueron poniendo capas… incluso yo me puse algunas para que no me dijeran… Algunas cebollas, las más tímidas, llegaron a cubrir su corazón hasta con diez capas, y ya ni se acordaban de por qué se pusieron las primeras capas.”
Ante esas respuestas, el niño entristeció y comenzó a llorar.
Desde entonces todo el mundo llora cuando una cebolla nos abre el corazón…

Sé como eres, no puedes dejar que la gente elija como debes ser. 
Si naciste diferente es porque ya hay mucha gente igual y cada persona tiene algo que otros no tienen. 

sábado, 7 de mayo de 2011

Viento.

Viento, una nueva forma de sentirse libre, un modo de mirar la vida de otra manera. Y es que, es la brisa del viento la que hace moverse las ramas de un árbol, despegarse del suelo unos pequeños granillos de arena, unas hojas en otoño que revolotean como pájaro con sus alas. Esa misma brisa es la que da pie a los dientes de león para que puedan volar y le da el impulso a una mariquita para llegar a otra flor. Es ese viento el mismo que al salir a la calle en verano te mueve un poco el pelo con una brisa cálida y que en invierno te despeina y te hace liberarte de todo, aún helado, sin dejarte respirar, es el que da pié a despertarte por las mañanas sin más preocupación que hacer lo que debes hacer y disfrutar el presente. Es bonito ver ese modo de bailar que tienen las aguas cuando gracias al aire pueden cambiar su rumbo siguiendo la corriente, como se lleva las lágrimas sin permiso, despegándolas de tu piel y secándolas o como por el contrario te roba la risa y la hace chocar contra una pared produciendo eco. Cuando somos pequeños querríamos que hubiera aire, un aire fuerte para que podamos columpiarnos en el parque sin más ayuda que nosotros y el aire. Porque al fin y al cabo, nadie en nuestra vida nos puede ayudar, no pueden vivir por nosotros y debemos de aprender a solucionar las cosas solos, mezclándonos con la naturaleza o siendo libres.