sábado, 7 de mayo de 2011

Viento.

Viento, una nueva forma de sentirse libre, un modo de mirar la vida de otra manera. Y es que, es la brisa del viento la que hace moverse las ramas de un árbol, despegarse del suelo unos pequeños granillos de arena, unas hojas en otoño que revolotean como pájaro con sus alas. Esa misma brisa es la que da pie a los dientes de león para que puedan volar y le da el impulso a una mariquita para llegar a otra flor. Es ese viento el mismo que al salir a la calle en verano te mueve un poco el pelo con una brisa cálida y que en invierno te despeina y te hace liberarte de todo, aún helado, sin dejarte respirar, es el que da pié a despertarte por las mañanas sin más preocupación que hacer lo que debes hacer y disfrutar el presente. Es bonito ver ese modo de bailar que tienen las aguas cuando gracias al aire pueden cambiar su rumbo siguiendo la corriente, como se lleva las lágrimas sin permiso, despegándolas de tu piel y secándolas o como por el contrario te roba la risa y la hace chocar contra una pared produciendo eco. Cuando somos pequeños querríamos que hubiera aire, un aire fuerte para que podamos columpiarnos en el parque sin más ayuda que nosotros y el aire. Porque al fin y al cabo, nadie en nuestra vida nos puede ayudar, no pueden vivir por nosotros y debemos de aprender a solucionar las cosas solos, mezclándonos con la naturaleza o siendo libres.

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